ADIOS,
MONSEÑOR ZULUAGA
Nació en Ceánuri, Vizcaya, España, el 25 de Abril de 1919
Profesó el 15 de Agosto de 1936
Ordenado Sacerdote el 12 de Septiembre de 1943
Elegido Obispo el 9 de Diciembre de 1976
Emérito desde el 13 de Noviembre de 1981
Celebró los 25 años de Episcopado en el mes de marzo
próximo pasado (Véase Carta de Marzo, 2002)
Murió en el Santuario Nacional el 1 de Octubre de 2002
A la espera de
presentarles unas páginas
más extensas de la vida
y misión de Mons. Zuluaga,
presentamos lo que él mismo
dijo en un
TESTIMONIO SACERDOTAL
Sólo
y únicamente porque pudiera
ser provechoso para alguien,
que estuviera sintiendo
en su interior la llamada
de Dios a la vida consagrada,
acepté la invitación del
Excmo. Monseñor José Dimas
Cedeño, Arzobispo de Panamá,
para presentar ante ustedes
el testimonio de mi vida
Sacerdotal, en esta celebración
de la Cena de Pan y Vino,
a favor del Seminario Mayor
San José de Panamá, este
año de 1999, 56° aniversario
de mi ordenación Sacerdotal.
La
historia de toda vocación
cristiana; pero muy especialmente
a la Vida Consagrada, es
un diálogo entre Dios, que
llama, y el hombre, que
en su libertad responde.
Estos aspectos los vemos
reflejados en San Marcos,
3, 13, cuando el Señor al
formar el Colegio Apostólico
dice: “y llamando a los
que quiso, vinieron a Él”.
Encontramos la misma idea
en la carta de Pablo a los
Efesios, 1, 4-5., cuando
afirma que: “toda vocación
cristiana se fundamenta
en la Elección en Cristo,
hecha conforme al beneplácito
del Padre, desde toda la
eternidad.”
Por
eso no dudamos en afirmar
que en relación a la Vocación
Sacerdotal no puede haber
ninguna presión humana,
ni nadie puede reclamar
derechos.
La
llamada de Dios al Sacerdocio
se manifiesta de diversas
maneras, en mi aso concreto
debo confesar que ya desde
muy niño sentí una gran
inclinación a todo lo sagrado;
la Misa, la predicación
de la Palabra y un claro
deseo de vivir la vida misionera.
Dios
quiso que naciera en Zeánuri,
un pueblo sencillo, que
no llegaba a 2.000 habitantes,
en la Provincia de Bizkaia
del País asco Español. Tenía
fama de ser un verdadero
semillero de vocaciones
Sacerdotales y Religiosas.
Por un folleto recordatorio
de la Ordenación sacerdotal
de 6 seminaristas del pueblo
en la fiesta del Sagrado
Corazón de Jesús del año
1935, puedo confirmar que
en dicha fecha Zeánuri contaba
con 268 entre Sacerdotes
Diocesanos , Religiosos
y Religiosas.
Los
que ingresamos en los Seminarios
en la década de los 30 en
España, no podíamos sospechar
lo que nos esperaba. Negros
nubarrones de persecución
religiosa asomaban en el
horizonte nacional y ríos
de sangre inundarían muy
pronto todo el territorio
español. En muchas regiones,
donde dominaban los partidos
izquierdistas, el ser obispo,
sacerdote, seminarista o
católico prácticamente era
causa suficiente para ser
fusilado. Estadísticas confirmadas
arrojan la espeluznante
cifra de 7.238 (entre Obispos,
Sacerdotes, Religiosos y
Seminaristas eliminados).
De los católicos practicantes,
no se ha podido establecer
su número, pero fueron muchísimos.
En
este momento no puedo menos
de hacer mención del heroico
Seminario Claretiano de
Barbastro: Todo un Seminario,
51 Claretianos: (Superiores,
Formadores, Hermanos Coadjutores
y Estudiantes), supo afrontar
con generosidad y valentía
su ofrenda martirial, dando
a todos un testimonio heroico
de fe y perseverancia cristiana
y religiosa. A unos kilómetros
de distancia y el mismo
día (15, Agosto, 36), mientras
nuestros hermanos eran abatidos
por balas asesinas en Barbastro,
nosotros, ignorantes de
cuanto ocurría, emitíamos
nuestros primeros votos
religiosos.
“Nos
conmueve, el hecho de que
hayan sido llamados a dar
testimonio de Cristo, no
aisladamente, sino de modo
comunitario, constituyendo
así, en cierto sentido Un
Seminario Mártir”. (Homilía
del Papa en la Beatificación).
En otro momento, El Santo
Padre, Juan Pablo II, exhortaba
a los Seminaristas y Seminarios
de la Iglesia a tomar a
estos Beatos Mártires como
patronos y ejemplo digno
de imitación.
Sin
embargo a mi humilde entender,
el golpe más duro para los
Seminarios y las Vocaciones
Consagradas fue la obligatoriedad
del Servicio Militar. Los
seminarios quedaron casi
vacíos. Personalmente pude
librarme porque éramos tres
hermanos, los Tres religiosos,
y en tales casos uno podía
quedar libre; mis hermanos
quisieron que fuera yo el
que se acogiera a dicho
privilegio. Eso sí, nadie
me pudo librar de los tres
meses de instrucción militar,
tiempo más que suficiente
para darme cuenta, que la
vida de los cuarteles no
era la apropiada para quien
aspiraba al sacerdocio.
Sería muy interesante que
se hiciera un estudio sobre
los Seminaristas que fueron
al ejercito; los que murieron
en los frentes de batalla;
los que volvieron al Seminario;
los que abandonaron su vocación
por diversas causas. Lo
que sí sabemos es que estos
últimos fueron bastantes
en número.
Por
fin el mes de septiembre
de 1943, cuando la guerra
Europea era más apocalíptica
y encarnizada en los diversos
frentes de batalla, amaneció
para nosotros el día venturoso
de nuestra Ordenación Sacerdotal.
Pasamos, ciertamente por
mil peripecias y aventuras;
pero eso sí, llegamos a
coronar nuestra carreta
muy conscientes de que el
Sacerdote debe ser el hombre
llamado por Dios a configurarse
con Cristo, a seguir sus
pasos, que debe estar muy
empapado en su mensaje,
que en el cumplimiento de
su misión debe tratar de
ser fiel a Cristo, fiel
a la Iglesia y servidor
incansable de sus hermanos
en todo lo referente a su
salvación.
Los
dos primeros años de mi
sacerdocio los dediqué a
la formación de jóvenes
y cuando ya había recibido
un preaviso de mi Superior
mayor de que fuera preparándome
para, a mediado del años
1946, encargarme de la dirección
de un Seminario Menor Claretiano
del Norte de España, me
llegó una carta del general
de la Congregación en la
que me pedía, que a la brevedad
posible sacara mi pasaporte,
arreglara los demás documentos
y luego de despedirme de
la familia me presentara
en Bilbao, donde ya se estaba
reuniendo una expedición
misionera con destino a
Cuba. El 5 de Febrero salimos
de Bilbao en el barco Magallanes
y el 13 de Marzo llegamos
a Panamá donde nos esperaba
Mons. José M. Preciado,
Vicario Apostólico del Darién,
con quien nos trasladamos
a Colón, final de nuestro
viaje.
Éramos
tres los que llegamos a
Panamá. Sabíamos que veníamos
a ocupar puestos difíciles
y así fue: uno fue destinado
a San Blas (Kuna Yala),
otro al Darién, y el más
joven –el que les habla-
a la zona más peligrosa
entonces, la Costa Debajo
de Colón.
Como
era natural, por falta de
experiencia, etc., pronto
la malaria se apoderó de
mi organismo. Al segundo
año de mi trabajo en Costa
Abajo, afectado por la malaria
negra, estuve a punto de
morir, me salvé de puro
milagro. Para recuperarme
me trasladaron a Panamá
a la Parroquia de Cristo
Rey, y desde entonces mi
vida estaría dedicada al
servicio parroquial (1949-1974)
25 años dedicamos completos
a la Pastoral parroquial:
Cristo Rey, Catedral de
Colón, Santuario Nacional,
Parroquia Corazón de María
de San Salvador, El Salvador.
Llegaron destinos más cortos
en San Blas, Aguadulce y
Heredia de Costa Rica, como
formador de nuestros estudiantes
teólogos.
Habiendo
sido elegido en 1974 Superior
Mayor Claretiano de Centro
América, ocupaba ese difícil
cargo, cuando recibí una
llamada de la Nunciatura
Apostólica de Panamá: Mons.
Eduardo Robida quería hablar
urgentemente conmigo.
El
14 de diciembre de 1976
llegué a la Nunciatura.
Me atendió personalmente
Monseñor Robida, me invitó
a que me sentara y me dijo
sencilla y llanamente: Acabamos
de recibir un comunicado
de Roma que dice: “El
Santo Padre, Pablo VI, ha
nombrado como Obispo Auxiliar
de Mons. Jesús Serrano,
cmf. Vicario Apostólico
del Darién a Mons. Marcos
Zuluaga Arteche, religioso
Claretiano, comuníquese...”
La
noticia fue impactante para
mí. Nada sabía, ni siquiera
sospechaba. Tuve que guardar
absoluto silencio hasta
que se aclararan algunas
dificultades jurídicas que
provenían de la nuestra
Constitución Panameña. Cumplidos
todos los requisitos exigidos
por el Derecho Canónico,
el 25 de Marzo de 1977 fui
consagrado Obispo por el
Excelentísimo Mons. Eduardo
Robida, Nuncio de su Santidad
Pablo VI en Panamá, con
la participación de todo
el Episcopado panameño e
inmensa concurrencia de
fieles católicos.
Sabía
muy bien que ser Obispo
no era un honor, era un
servicio. El Obispo para
mí era aquel cristiano que
ha sido designado por el
Papa -Obispo de Roma- para
cuidar de una parcela de
la Iglesia y unido a Cristo,
Siervo, Sacerdote, Pastor,
Guía y Maestro, trata de
cumplir con el ministerio
que se le ha encomendado,
de procurar la salvación
de los hermanos.
Obispo
Auxiliar es aquel que es
enviado por el Papa a otro
Obispo quien por causas
reconocidas necesita de
la ayuda para el desempeño
fiel de su Ministerio Episcopal.
En mi caso fui enviado en
ayuda de Mons. Jesús Serrano,
cmf., ya bastante mayor
y enfermizo, para compartir
con él el gobierno del Vicariato
Apostólico de Darién, que
comprendía: las provincias
de Colón y Darién y la Comarca
de San Blas (Kuna Yala).
Ambos nos conocíamos bien,
ya que habíamos compartido
muchos años nuestra vida
sacerdotal y religiosa.
Al
principio todo fue “felicitaciones”,
planes y proyectos: ayudar
a los Misioneros, cuidar
de los marginados, sobre
todo interesarnos del bienestar
de los pueblos indígenas.
Tratamos de incrementar
todo lo posible el movimiento
popular de los Delegados
de la Palabra, que surgía
floreciente en el Vicariato...
Pero un accidente de carro
en la carretera al Darién,
sin inaugurar todavía, tronchó
todas mis aspiraciones y
proyectos. Mi salud quedó
tan afectada que, luego
de varias operaciones y
sin esperanza de recuperación,
debidamente consultado y
asesorado en todo por nuestro
gran Jurista, Claretiano
Panameño, P. Ignacio Ting
Pong Lee, me sentí en la
obligación de presentar
mi renuncia al Papa, Juan
Pablo II y el 13 de noviembre
de 1981 recibí la contestación
de que el Santo Padre, vistas
las causas aducidas, aceptaba
mi renuncia.
Desde
entonces mi vida ha sido
de retiro y sacrificio:
Impedido para actividades
pastorales fui acogido por
mis hermanos Claretianos,
primer en la Comunidad de
la Parroquia de Cristo Rey
y luego en el Santuario
Nacional del Corazón de
María, donde he tratado
de ayudarle en su intensa
labor parroquial. Mi ocupación
principal ha sido y sigue
siendo la de ofrecer, en
una aceptación resignada,
mis oraciones y sufrimientos
por el bien de la Iglesia
de Panamá, muy especialmente
por las Misiones y por las
vocaciones sacerdotales
y religiosas.
Agradecimiento.
Para
terminar quiero agradecer
a nuestro buen Padre Dios
la vocación recibida, lo
mismo que a la Iglesia el
haberme llamado al Servicio
Sacerdotal y Episcopal.
Agradezco
públicamente a mi familia
y a la Congregación Claretiana
por haberme formado para
el Ministerio Sacerdotal
y haberme ayudado y acompañado
en el cumplimiento de mi
vocación, en los momentos
de prueba y dolor, de alegría
y felicidad.
Y
agradezco también a la iglesia
panameña, representada por
Ud. Excmo. Monseñor Arzobispo,
sacerdotes, religiosos y
religiosas, seminaristas,
laicos comprometidos y todos
ustedes, hermanos aquí presentes,
el haberme permitido servirles
durante más de 50 años como
sacerdote y Obispo. Muchas
gracias.
El
mismo día de su muerte dimos
la noticia a los hermanos
de Provincia y Congregación
con estas líneas del Superior
del Santuario, P. Lamberto
Picado:
En
el amanecer de este día,
primero de Octubre, a las
dos y quince de la mañana,
nos dejaba, calladamente,
como había vivido, Monseñor
Marcos Zuluaga Arteche,
claretiano, obispo titular
de Izirzada, ex auxiliar
del difunto Monseñor Serrano,
quien fuera Obispo de Colón
y Darién.
Tenia
Mons. Zuluaga, 83 años de
edad, 25 de Obispo, 59 de
sacerdote y 66 de profesión
religiosa. Toda una vida
de servicio al Señor.
Llegó
a Panamá, en 1946, y desde
entonces, la casi totalidad
de los 56 años, han sido
vividos en esta República
que amó, como su verdadera
patria.
Como
religioso, fue repetidas
veces superior de las comunidades
Claretianas, provincial
de Centroamérica, pero sobre
todo fue un verdadero misionero
al estilo de Claret, por
las difíciles e insalubres
tierras de Darién y Costa
Abajo en la provincia de
Colón.
Ya
como obispo, de cuyo ministerio
pastoral hubo de renunciar
por causa de un desdichado
accidente de carro, ha ejercido
diversos cargos, como representante
de los religiosos en la
Conferencia Episcopal, y
Director de las Obras Misionales
Pontificias, que animó con
verdadero entusiasmo y competencia.
Desde
su retiro episcopal, ha
permanecido todos estos
últimos años en esta parroquia
del Santuario Nacional como
un laborioso, humilde, y
ejemplar sacerdote, sobre
todo en el ejercicio del
confesionario, hasta que
la enfermedad violenta le
ha arrancado de entre nosotros.
No
pretendo hacer en estas
primeras horas de su muerte
ningún elogio fúnebre. Tal
vez sobra. Los que le conocimos
sabemos de la calidad humana
y espiritual de Monseñor
Zuluaga. Quisiera recalcar
y hacerlo con mayúsculas,
su sencillez de corazón
y su austeridad de vida.
Nunca hizo alarde de su
dignidad de obispo; no pidió
nunca privilegios a su categoría;
obediente como un novicio;
pobre como un mendigo; recogido
como un ermitaño; religioso
cumplidor de la vida comunitaria
sin dispensarse de ningún
acto.
Esta
humildad le hizo ser testimonio
vivo, silencioso, callado
hasta en su propio sufrimiento:
no podemos ignorar su dolor
espiritual al ver truncado
su episcopado a los pocos
años de su consagración;
dolor moral, ¡nunca expresó
la más mínima queja! ,
al verse sin autoridad y
sin mando, como el ultimo
miembro del convento; dolor
físico, en las muchas horas
de hospital, en las distintas
operaciones y enfermedades
con las que el Señor le
ha clavado en la cruz, y
que él ha sobrellevado con
una aceptación digna del
mejor discipulado de Cristo.
A pesar de todo, siempre
quiso ser útil: ofreciéndose
a confesar, confirmar, dar
misa, ¡esas misas de 8,30
de la mañana tan fervorosas
y llenas de enseñanzas ....
! Quién las va a olvidar...?
Y sus horas de confesionario,
siempre puntual y fiel,
¡cuántos las van a echar
en falta ... !
Hombre
estudioso. En los diez años
que he vivido con el; solo
le he visto rezar y leer.
Estaba al tanto de todo
acontecer eclesial. Amaba
entrañablemente a la Iglesia.
Vivía los acontecimientos
de la misma con una alegría
conmovedora. Preparaba sus
homilías, con tiempo y con
estudio. Me daba sugerencias
positivas y prácticas para
la mejor marcha de la parroquia.
Pero sin imponer nada; con
el respeto y el tacto de
quien conoce muy bien los
laberintos del alma.
Pero
por encima de todo, hombre
espiritual. De la antigua
escuela. Viviendo de los
principios eternos de la
ascética y mística clásica.
Templado con el fuego amoroso
e inconmovible del evangelio.
Experimentado en los asuntos
del espíritu; buen guía
para dirigir a las almas,
porque antes él, ha pasado
por los caminos de la contemplación
y de la oración personal.
Sólo así se puede entender
la paz que ha reflejado
siempre en su vida, y sobre
todo, la serenidad y aceptación
con que ha asumido su enfermedad
y su muerte. Descanse en
paz, Monseñor Zuluaga.
El
la Misa de “Cuerpo presente”
se dijeron algunas cosas
más de él. Mons. Dimas Cedeño,
Arzobispo de Panamá, presidió
la Eucaristía y Mons. Ariz
compartió con todos, en
la homilía, sus experiencias:
Queridos
hermanos, familiares de
nuestro querido Monseñor
Marcos: P. Dionisio, que
nos ha leído el evangelio,
hermana Mari Carmen, Misionera
Claretiana, hermana Lucía
también aquí presente. Es
un honor para mí, dirigirles
unas palabras en torno a
esta querida persona de
Mons. Zuluaga. Tuve la suerte
de estar con él unas horas
antes de su muerte. Estábamos
en Colón, una semana un
tanto agitada, cuando, de
repente, el domingo tuvimos
que venir y aquí nos presentamos
para visitar a Monseñor
Zuluaga; justito llegamos:
por la tarde pudimos venir
y en la madrugada nos avisaban
que Monseñor nos había dejado,
se había ido. La misa, que
horas más tarde me tocó
celebrar en la Catedral,
la hicimos por su eterno
descanso. Leí el evangelio
de San Lucas, Capítulo 9,
y me impresionó; ...no sé
por qué: “Cuando se aproximaba
el tiempo, dice San Lucas,
de ser llevado al cielo,
Jesús determinó subir a
Jerusalén.” De ser llevado
al cielo, no de resucitar...
Me impresionó...; a un Jesús,
que había comenzado la predicación
en Galilea con milagros,
con curaciones, que había
tenido también sus primeros
enfrentamientos, le llega
el momento en que tiene
que subir a Jerusalén...
Había hablado, había curado,
había hecho maravillas,
pero él tenía que dar testimonio
de su entrega al Padre;
contra la opinión de sus
discípulos, con ciertos
temores, que después manifiesta
en el huerto de los Olivos:
“Padre, pase de mí este
cáliz,... pero que no se
haga mi voluntad sino la
tuya”, Jesús sube a Jerusalén
para morir, para ser crucificado,
para resucitar y redimir
a la humanidad...
Cuántas
veces nosotros, mis queridos
hermanos y hermanas, obispos,
sacerdotes, laicos, cuando
nos toca la edad crítica
de nuestra jubilación, lo
hacemos con pena, con dolor,
con alguna lagrimilla también:
“ya no valgo, ya tengo que
dejar este proyecto, este
trabajo...” y no nos damos
cuentas, mis queridos hermanos,
que es el tiempo de iniciar
nuestra subida a Jerusalén
para dar testimonio de nuestra
vida, para que, lo que hemos
orado y hemos dicho y nos
hemos esforzado, lo vivamos
con nuestra entrega: “Señor
en tus manos pongo mi espíritu”.
Es el momento de subir,
todos y cada uno, a Jerusalén
apoyados en la misericordia
del Padre que va coloreando
nuestras vidas para ser
llevados, como Jesús, al
cielo.
Durante
cuarenta y ocho (48) años
tuve la oportunidad de ir
conociendo a Mon. Zuluaga,
lo conocí como Párroco en
Cristo Rey, después pasó
a la Catedral de Colón,
luego al Santuario. Fue
nombrado Superior Provincial
y al final Obispo, Auxiliar
de Mons. Serrano. Tengo
que agradecer la amistad
de M. Zuluaga, un hombre
tranquilo , sosegado, sin
apuros, un hombre de paz.
Nunca lo vi estresado, nunca
le sentí una palabra desordenada,
ni un gesto de irritación...
con aquella pausa, con aquella
mansedumbre, con aquella,
a veces, lentitud... sonreía,
decía, hablaba, aconsejaba...
y eso siempre me enamoró
de Mons. Zuluaga, que nos
daba paso para crear confianza
y llegar hasta su mente
y su corazón. Fue nombrado
Obispo auxiliar de Mon.
Serrano y Monseñor lo nombró
Vicario Episcopal específico
para Darién. En una de esas
correrías por Darién tuvo
un accidente con el jeep,
se cayó, se rompió la columna
y esa fue la cruz que tuvo
que soportar hasta su muerte.
Cuando
vino el nombramiento del
nuevo Obispo, parece que
hubo fallo en los papeles
y nada se dijo de Mons.
Zuluaga. Se tuvo que recurrir
a la Santa Sede y a él se
le dio la oportunidad de
quedarse como auxiliar del
Obispo de Colón o retirarse.
Se lo pensó, se lo supliqué,
y..., con una sonrisa bondadosa
y un poco maliciosa...,
dijo: “mejor me retiro”.
Porque quería dejar libre
al nuevo Obispo con su pastoral,
con sus desafíos, y no quería
intervenir...
Y
vino precisamente, mis queridos
hermanos y hermanas, a iniciar
su subida a Jerusalén. Retorna
a la Congregación y se va
a quedar en el Santuario
Nacional del Corazón de
María cono un simple religioso:
sin poder, sin autoridad,
sin nada: Obispo, religioso
Hijo del Corazón de María,
Misionero claretiano...,
y con esa sencillez y esa
paz interna, les va atendiendo
a ustedes, con esa Misa
de cada día, fervorosa,
sencilla, puntual; con
la atención al confesionario;
con su libro de rezo a cada
hora; su sentido de acogida...
Para cualquier súplica,
necesidad, consulta, ahí
estaba Mons. Zuluaga, tranquilo,
como un hombre de paz, con
su testimonio personal...,
porque estaba seguro del
camino que había emprendido.
Y
ahí quedó, en el Santuario,
hasta que le llegó la hora,
fijada por el Señor, de
entregar su vida. Pude,
cuando se internó en la
Clínica, observar la última
sonrisa de él. Le agradó
de que fuéramos a visitarle.
Y después Mons. Zuluaga
descansó en el Señor. Una
vida sencilla, una vida
fiel, una vida, mis queridos
hermanos, que tiene su cenit...,
pero que acaba en el camino
de Jerusalén. Jesús tuvo
sus momentos de felicidad,
con María Magdalena, con
Marta, con Zaqueo, con el
hijo pródigo, con la oveja
perdida, esas parábolas
tan hermosas, pero también
enfrentamientos con los
fariseos, y eso lo llevó
a Jesús hasta su inmolación.
Qué
tal, mis queridos hermanos,
que pensemos de vez en cuando
en esa subida a Jerusalén,
que a todos nos toca. Que
en lugar de añorarnos y
resentirnos, demos gracias
al Señor y, dejando la predicación,
(los sacerdotes han dejado
tantas cosas en este mundo,
que no van a garantizar
ninguna de ellas nuestra
eterna salvación...), iniciemos
esta subida a Jerusalén,
también nosotros, como testimonio
de nuestro apostolado, testimonio
de nuestra oración, testimonio
de nuestra vida espiritual,
testimonio de tanta tolerancia
en toda nuestra entrega
generosa al Señor, sabiendo
que en Jerusalén no está
nuestra muerte, está el
camino hasta la vida eterna,
“porque destruida ésta nuestra
morada terrenal, que es
nuestro cuerpo, se nos depara
una mansión eterna en el
reino de los cielos.”
Qué bien..., que cuando
nos toque la hora de retirarnos,
no nos retiremos, tratemos
de resolver la segunda parte
de nuestra vida, que es
la definitiva, y entregarnos
con alma, vida y corazón,
sin pretensiones de ninguna
clase, a la voluntad del
Señor.
Marcos
Zuluaga murió como un sencillo
religioso, Hijo del Corazón
de María, y a ella le dedicó
lo poquito que le quedó
de vida y de humor y de
salud, siempre al servicio
de los auténticos valores
de la vida, que son, hermanos
y hermanas, los valores
espirituales, los que realmente
van a condicionar nuestra
salvación y van a garantizar
nuestra vida eterna. Hoy
estamos reunidos todos aquí,
con el corazón lleno de
agradecimiento por el testimonio
de nuestro querido hermano,
Mons. Marcos Zuluaga. Hoy,
querido hermano, estás ya
gozando de la presencia
del Señor. Te agradecemos
tu vida, tu testimonio...
Cuántas veces yo venía al
Santuario, desde Colón,
y tenía obligatoriamente
que hacer mi visita a Mons.
Zuluaga, que me esperaba
con alegría, con ilusión...;
que me preguntaba, y yo
encontraba siempre en él
un motivo de entusiasmo,
un motivo de ánimo, un motivo
de respaldo a todas las
cosas que íbamos haciendo
en Colón, Kuna Yala y Darién.
Hasta ahí llegada también
esa serenidad, ese hombre
bueno, ese hombre lleno
de paz , lleno de amor.
Hoy, mi querido hermano,
ruega al Señor por todos
nosotros; que sepamos asumir
la vida; que sepamos enfrentar
esa subida a Jerusalén aunque
nos duela, también le dolió
a Jesús. Pero que a fin
de cuentas es esa subida
la que va a garantizar nuestra
resurrección a la vida eterna.
Gracias hermano, y, ante
la presencia del Señor,
ruega por todos nosotros,
ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amen.
Terminada
la Eucaristía, y antes del
responso final, se leyeron
algunas cartas...
El
P. General, Aquilino Bocos,
se unía a nosotros:
He
recibido la noticia del
fallecimiento del buen Mons.
Marcos Zuluaga, nuestro
buen hermano el P. Zuluaga.
Por una parte nos entristece
a todos verle partir, porque
era la memoria de una vida
misionera intensa hecha
en Centroamérica y, más
concretamente en Panamá.
Por otra, no podemos menos
de dar gracias por el don
que ha tenido la Congregación
en su persona y en su servicio
como misionero, superior,
Obispo. Siempre fiel Hijo
del Corazón de María! Rezamos
por su eterno descanso y
pedimos al Padre que acepte
a este hijo suyo formado
en la ternura y misericordia
de su Madre. Que la Provincia
no llore, sino que crezca
en fe y esperanza en la
resurrección. Hoy, a la
vez, que he recibido la
noticia de la muerte de
Monseñor, me ha llegado
la carta de disponibilidad
de dos jóvenes que van a
hacer la profesión perpetua.
La Comunidad es así de viva
y variante. Ahora lloramos
la muerte de este querido
hermano, gran misionero,
lleno de virtudes, y esperamos
que lo que él dejó de virtud,
de bondad, de serenidad,
de aliento, lo sepan recibir
los jóvenes.
María,
quien siempre le tuvo a
Mons. Marcos en su Corazón,
le presente al Padre para
que le de el premio de la
luz que no se extingue y
de la paz eterna.
Para
su hermano Dionisio y su
familia, mi condolencia
más profunda. Para la Provincia,
igualmente. Con todos oramos
al Padre para que vivamos
la comunión de los santos.
Un
abrazo fraterno.
Aquilino
Bocos, cmf.
Al día siguiente el P. Dionisio celebró la Misa de 8, 30 am., la que solía
celebrar Monseñor todos
los días, y al final se
depositaron las cenizas
en el sarcófago que contiene
las de los Claretianos muertos
en Panamá.
Antecedentes:
En marzo pasado le sometieron
a una operación de emergencia:
la vesícula estaba a punto
de reventar y no había tiempo
para estudios previos. La
recuperación fue lenta...
Recién salido del hospital,
celebró sus 25 años de Episcopado,
aunque la Eucaristía fue
presidida por Mons. Rómulo
Emiliani. En septiembre
sintió mareos y pérdida
de memoria... Volvió al
hospital y los análisis
confirmaron cáncer en el
hígado. El doctor que operó
en Marzo pudo afirmar, al
ver los resultados de la
biopsia: “yo mismo observé
cuidadosamente su hígado
en marzo y no presentaba
nada anormal”. Su estadía
en el hospital no fue larga;
no hacía falta poner ningún
remedio, porque todos serían
inútiles. Lo trajeron a
la casa el 23 de Septiembre,
con estas palabras de los
doctores: “cuenta con
unos días, no meses, ni
semanas, días de vida”.
El P. Dionisio ya había
llegado de España para quedarse
unos años en Centroamérica;
él mismo llamó a sus familiares;
llegaron sus hermanas Luisa
y Maricarmen. El viernes,
27 de Septiembre, Monseñor
recibió, con solemnidad,
la Unción de los Enfermos
y el Viático. Salimos en
procesión desde la capilla
de la Comunidad del Santuario:
Cruz alzada, Biblia, Reliquia
de los Mártires de Barbastro,
Santos Oleos, los Claretianos
de las dos Comunidades de
Panamá y el Sr. Arzobispo
con el Santísimo Sacramento.
Cantamos,
por el pasillo de la casa,
“Somos un pueblo que camina...”,
que terminamos en la habitación
del enfermo. Se hizo una
Celebración de la Palabra,
luego de las preces Mons.
Dimas ungió al enfermo,
se rezó el Padre nuestro,
nos dimos la paz, y el Padre
Provincial le administró
el “Viático”. Cantamos un
himno de despedida y pasamos
“todos” a la biblioteca
de la casa, a compartir
unos refrescos... Allí estaba
también, en su sillón,
el propio Monseñor. La felicidad
y la paz brotaban de su
rostro. Posó para sus últimas
fotos de esta vida. Al
día siguiente, sábado, ya
no se levantó y reaccionaba
muy poco cuando se le hablaba...
El lunes llegó el doctor
a la habitación y dijo que
el fin estaba llegando.
Esa misma noche, apenas
comenzado el mes de Octubre,
a las 2, 15, moría Mons.
Marcos Zuluaga.
Que
el Señor le conceda la vida
en plenitud!
DIÁCONO FREDDY
ARROYO TRAMPE
La Masica, Honduras
De
los dieciocho que estábamos
en el Encuentro Taller
de Superiores locales, diez
nos apuntamos para ir a
La Masica a la Ordenación
de Fredy. Saldríamos a las
6 y media de la mañana,
para llegar a tiempo. Návalo,
chofer del busito, había
tenido una noche de pesadillas
y no pudo levantarse tan
temprano... Llegamos a
la Sacristía de La Masica
cuando Mons. Rómulo se estaba
poniendo
la mitra para iniciar la
procesión de entrada..
En
el ambón, el P. Hugo contaba
la vida de Freddy:
Nació
el día 17 de Septiembre
de 1971, en San Miguel Pochuta,
Chimaltenango, Guatemala.
Después
de haber recorrido escuelas,
colegios y universidades,
después de haber conseguido
un buen trabajo para solucionar
lo material de la vida,
volvió otra vez a las clases
para estudiar filosofía
y teología, hasta diciembre
del año 2001. Terminada
la Teología fue enviado
a La Masica a “servirles”
a todos y a todas ustedes...
Hoy, con emociones mil,
quiere ser Ordenado: “Servidor”.
El
coro, dirigido por el P.
Samuel, nos animaba a caminar
con paso decidido, como
Claret, a anunciar el Reino.
Se hizo lenta la procesión,
porque la gente taponaba
todos los espacios de la
iglesia. Ya estaba plena
y nos quisimos meter dos
acólitas, cuatro acólitos,
veinticinco sacerdotes (llegados
de toda Centroamérica),
dos diáconos, el Ordenante
y Monseñor Rómulo Emiliani,
que cerraba la Procesión.
Rebuscamos nuestra silla
al lado del altar... y Monseñor
quiso purificar el altar
con el fuego de un incensario:
en lugar del humo, del incienso
subían las llamas del querosene,
puesto para encender los
carbones...
Saludo
largo de Monseñor... dando
la bienvenida a todos. En
primera fila la mamá de
Freddy, dos hijas, un yerno,
nietos y nietas, más dos
amigas de la familia, todos
llegados de Guatemala. La
mamá nos leyó la primera
lectura... “Desde el seno
materno yo te llamé...”
No puedo decir que se acordaba
de los primeros meses de
Freddy, pero se emocionaba
al contarnos la vocación
del Profeta...; un joven
de la comunidad de La Masica
leyó la segunda lectura...;
el diácono Angel proclamó
el evangelio...
Después
de la presentación del Ordenante,
Monseñor hizo la homilía.
Comenzó dando la experiencia
de cómo nació su vocación
claretiana allá por los
60 en Colón, con la ayuda
del P. Eloy Suárez. Hizo
recuerdo de varios Claretianos
ilustres que le ayudaron
en los años de formación...
e invitó a Freddy, y a todos
nosotros, a ser fieles a
la vocación y a llenarla
plenamente de entrega y
generosidad, sin reservarnos
nada para nosotros mismos...
Invocamos
a todos los Santos del cielo,
rompiendo el orden acostumbrado,
como queriéndolos tener
en suspenso esperanzo ser
llamados. Algunas personas
se arrodillaron. ¡Si
no había lugar para estar
de pie, imagínense si nos
hubiéramos puesto todos
de rodillas para cantar
las letanías...!
Imposición de manos solemne, prolongada... Oración proclamada sin prisas,
con énfasis especial en
el momento oportuno...
Los camarógrafos, tres filmadoras
y un sin fin de máquinas
fotográficas, preocupados
por sacar la mejor “pose”,
se metían por los rincones
del presbiterio para tomar
distancia adecuada... Freddy,
de rodillas y con las manos
esposadas a la espalda,
acogía la fuerza del Espíritu
para poder ser “servidor”
de los hermanos en La Masica,
en Centroamérica, en América
Latina, en el mundo entero.
La
estola, guatemalteca, se
la impuso la mamá en nombre
de todos los presentes,
que aplaudimos el gesto
largamente: todo el tiempo
que necesitó para colocar
la estola sobre el hombro
izquierdo del hijo; no crean
que eso se hace en unos
segundos, la mamá se tardó
un tanto más de tiempo porque
no atinaba cómo se ponía
aquello... Era la primera
vez que lo hacía en su vida...
y lo hacía con su hijo Freddy...
Luego un largo abrazo de
madre e hijo como para sellar
el triunfo del Señor, que
había logrado hacer de Freddy
un “servidor” ... y como
petición de que el hijo
fuera fiel en la entrega...
En
el Ofertorio se presentó:
-
un pañuelo, secador
de lágrimas; ¡hay tantos
que lloran por no tener
comida, vestido, trabajo,
tierra donde trabajar...!
“Servir” de pañuelo, para
un pueblo martirizado, es
un buen quehacer, Freddy.
-
Un machete, instrumento
imprescindible en las manos
del trabajador centroamericano...
Sin él no hay posibilidad
de vida humana... La lucha
por la tierra y por el trabajo
digno es primordial en la
ayuda a nuestro pueblo.
-
Una vela, símbolo
de lo que va a ser tu vida,
Freddy, iluminar perdiendo
la vida... Si no “sirves”
para “servir”, no “sirves”
para nada...
-
Una canasta de frutos,
signo de lo que anhelamos
todos: hacer realidad nuestros
deseos, nuestras esperanzas;
siembra, Freddy, aunque
otros recojan los frutos;
tú recoges lo que otros
han sembrado...
-
Pan y vino, Cuerpo
y Sangre de Cristo que se
entregó totalmente. Tu cuerpo
y tu sangre, Freddy, que
vas a entregar por los hermanos
y hermanas...
Desde
este momento, puesto a la
derecha del Obispo, sirvió
la Mesa como signo de sus
anhelos de servir a todos
y todas.
Después
de la Bendición episcopal,
dirigió unas palabras a
los presentes. Agradeció
a Mario Artavia por haberlo
cautivado con su alegría,
al P. Luis Azofra por haberle
enseñado lo que es orar,
al P. Viejo por haberle
adiestrado en el trabajo
en equipo... Se ofreció,
emocionado, a trabajar
por el Reino sin importarle
el lugar.
Que
el Señor te conceda la perseverancia
en tus ansias de “servidor”!
Archicofradía
del Corazón de María
Santuario
Nacional
Panamá,
Rep. De Panamá
EL
ROSARIO DE LA AURORA
En
el Santuario Nacional del
Corazón de María
1
de octubre
1952-2002
Este
programa, el más antiguo
en la historia de la radiodifusión
en Panamá, ha sido transmitido
desde el Santuario Nacional
todos los días a las seis
de la mañana por cincuenta
años seguidos.
El
Rosario de la Aurora fue
iniciado por el siempre
recordado Rev. Padre Manuel
Prada, Misionero Claretiano,
Hijo del Corazón Inmaculado
de María. Este programa
salió al aire por primera
vez el 1 de octubre de 1952.
Del
Libro II de Crónicas del
Santuario Nacional leemos:
Octubre
1956: Se nos asegura
que el Rosario transmitido
por Radio Hogar se oye en
todos los extremos de la
República y es rezado con
devoción por muchos campesinos
y montañeros.
Octubre
1957: El Rosario de la
Aurora radiado desde el
Santuario Nacional del Corazón
de María es escuchado y
rezado por muchos miles
de familias de la capital
y del interior a las seis
de la mañana. Este es el
quinto aniversario del programa
más escuchado en todo el
territorio nacional.
Folleto
Informativo (1952-1961):
Rosario de la Aurora,
radiado por Radio Miramar
a las 6.00 am todos los
días.
13
Agosto 1964: Rosario
de la Aurora y Novena al
Corazón de María por Radio
Miramar.
13
Agosto 1969: Novena al
Corazón de maría,. Rosario
de la Aurora con Charla
mariana por Radio Miramar.
El
Rosario de la Aurora también
se ha transmitido por otras
emisoras locales entre ellas
Súper Radio y Canal 13,
KW Continente, Radio Sonora,
RM Stereo y, desde 1982,
nuevamente por Radio Hogar
y también por cortesía de
Radio Mía todos los domingos
en cadena nacional.
Empezó
como un programa de radio
exclusivamente. El Sacerdote
dirigía el Rosario sentado
en una silla en el presbiterio
de la Iglesia y los devotos
participaban desde sus casas
escuchando y respondiendo
privadamente. Eran pocos
los que asistían personalmente.
Con
el tiempo, a raíz del Concilio
Vaticano II, el P. Prada
actualizó el programa dando
participación a laicos en
el mismo. Tras la prolongada
enfermedad y eventual deceso
del padre Prada, la Archicofradía
del Corazón de maría se
encargó del programa que
ahora es dirigido comple-tamente
por archicofrades laicos
comprometidos.
Desde
1980 se empezaron a hacer
breves y diferente meditaciones
de los Misterios para cada
día del año. Con el tiempo
se fueron recopilando y
editando estas meditaciones
según los Tiempos Litúrgicos
añadiendo unas especiales
para las solemnidades y
Fiestas. En 1998 estas fueron
impresas en cuatro folletos
para los que rezan el Rosario
todos los días. La primera
edición , de mil ejemplares,
está completamente agotada.
El
1 de agosto de 1985 se empezó
a radiar la santa misa después
del Rosario por Radio Hogar
y los domingos por Radio
Mío. Desde entonces ofrecemos
juntos el Rosario de la
Aurora y la Santa Misa con
homilía y cantos diariamente
en honor del Corazón Inmaculado
de María como ella lo pide:
por la conversión de los
pecadores y por la paz del
mundo; por las intenciones
particulares de los radioyentes
y por las necesidades de
nuestra Patria, de nuestra
iglesia y nuestras familias.
Al final del Rosario hacemos
una breve Consagración al
Corazón Inmaculado de María.
Las personas que desean
una intención en particular
se inscriben en la Oficina
Parroquial del Santuario.
Suelen celebrarse de esta
manera Novenarios de Rosarios
y de Misas por difuntos
y otras intenciones. Con
el estipendio de las intenciones
se paga a Radio Hogar la
transmisión del programa,.
Este
programa es hoy un poderoso
medio de evangelización
y es una fuente de consuelo
para un gran sector del
país, especialmente para
los ancianos, enfermos y
otros impedidos que no pueden
asistir personalmente a
ningún acto religioso. Por
medio de este programa se
unen en oración y ofrecen
sus sufrimientos al Corazón
de Jesús, por medio del
Corazón de María, todos
los días.
Han
predicado la Palabra con
elocuencia y el espíritu
de San Antonio María Claret
muchos de sus hijos claretianos
entre los cuales recordamos
al incansable OP. Manuel
Prada, al P. Benito Aguirre,
P. Nazario Alonso, P. José
Sentre, P. José María González,
Monseñor Jesús Serrano,
P. Xavier Villanueva, P.
Vicente Gil y ahora el P.
Gabino Pérez.
La
asistencia y participación
personal en el Rosario de
la Aurora y la Santa Misa
ha aumentado admirablemente
con los años y lo que empezó
con un pequeño grupo ahora
es un grupo grande de personas
de ambos sexos y diversas
profesiones que se dan cita
en la aurora de cada día
para participar en el rezo,
en las lecturas , en el
canto y en la dirección
del programa con la Archicofradía
en el Santuario Nacional.
Estas personas con su perseverancia
y talentos mantienen vivo
y actualizado este programa.
Sus nombres, igual que los
de que durante los pasados
cincuenta años han participado
personalmente o desde sus
casas, están escritos con
la tinta indeleble del amor
en los Corazón de Jesús
y de María; sin lugar a
dudas, algún día, como ellos,
verán cuánta gracia nos
derrama el Señor por medio
de este programa.
Además
del grupo que asiste todos
los días hay tres asociaciones
que una vez la mes se encargan
del programa: la Adoración
Nocturna Panameña, el segundo
domingo; la Asociación Luz
y Vida, el primer miércoles;
y el Grupo de Oración del
Santuario el cuarto domingo.
Damos
gracias al Señor por la
perseverancia de este programa
que llega a toda la república
y calladamente siembra la
semilla de su Palabra en
las almas con el Corazón
de María, En la eternidad
veremos de cuantos males
hemos sido librados pro
empezar el día rezando y
cantando:
¡Sea
María tu Corazón, de todo
el mundo la Salvación.
María,
tú eres mi Madre; María,
tú eres mi amor, oh María,
Madre mía, yo te doy mi
corazón!
La
Archicofradía del Corazón
de María ha promovido este
programa y el rezo del Rosario
intensa y efectivamente
desde el año 1980 con más
de un millón de hojitas
explicativas a través del
país por cientos de misioneros,
catequistas y devotos de
la Virgen. También desde
1995 con un hermoso Calendario
ilustrado a colores con
el “Modo de rezar el Rosario”.
Con motivo del año Cincuentenario
se hizo una edición especial
con el Rosario en dorado.
Se distribuyeron anualmente
miles de estos calendarios
a través del País y en el
exterior.
A
solicitud de la Comisión
de Valores del Ministerio
de Educación, se inició
la Semana de los Valores
con el Rosario de la Aurora,
el lunes 9 de septiembre
de 2002.
En
acción de gracias, recordando
las Bodas de Oro de El Rosario
de la Aurora, se imprimieron
nuevas hojitas ilustradas
a colores con el Modo de
Rezar el Rosario y la historia
del programa. Estas hojitas,
con un rosario blanco, fueron
distribuidas a todas las
personas que asistieron
personalmente al programa
en el Santuario Nacional
el 1 de octubre de 2002.
Pedimos al Señor abundantes
bendiciones para todos los
que promueven y participan
en este programa, ya sea
en el Templo ya en sus casas.
Panamá,
1 Octubre de 2002
NOTICIAS
BREVES
P.
Santiago Najarro:
Durante
el mes de Septiembre ha
estado preparando el Consejo
Provincial de cara a la
aprobación de algunos candidatos
al Diaconado y de dos Estudiantes
para su Profesión Perpetua.
Así mismo se ha dedicado
a poner a punto el Taller
de Superiores locales que
vamos a tener en San Pedro
Sula del 12 al 17 de Octubre
próximo. Ha empezado también
a organizar el trabajo de
los preparativos del Capítulo
General del próximo año.
El
día 5 de octubre voló a
Guatemala y el 7 estaba
en Honduras para iniciar
el Encuentro Taller de los
Superiores locales de la
Provincia. Ya que estábamos
todos los del Consejo Provincial
en San Pedro Sula, tuvimos
Consejo para tratar algunas
cosas pendientes. Aprovechamos
la biblioteca del Centro
Social del Obispado, donde
habíamos tenido el Encuentro.
Terminada la semana, con
la Ordenación diaconal de
Freddy Arroyo, se quedó
en San Pedro Sula por unos
días y se trasladó a El
Salvador. El 19 de Octubre
tomó la Profesión Perpetua
de Jean Iván Cortés y Enrique
García en Armenia. Visitó
Managua y Costa Rica, donde
celebró la fiesta del Fundador.
El 26 llegaba a Curia.
P.
José Sentre:
Además
del Conejo y de los trabajos
de Secretaria y Administración,
ha estado entretenido predicando
unos Ejercicios Espirituales,
de ocho días completos,
a las Siervas de María.
Ha enviado a las distintas
casas el formulario para
los Presupuestos del año
2003. Algunas han confirmado
su llegada, otras todavía
no.
Se
adelantó unos días con el
fin de preparar las cosas
materiales necesarias para
el Encuentro Taller en San
Pedro Sula, pero ya habían
llegado los jóvenes José
Joaquín González y Manuel
Sánchez para esos mismos
menesteres.
Participó
en la Ordenación de Freddy,
de la que encontrarán algunos
detalles en estas páginas
y el 15 regresaba a Curia.
P.
Rodolfo Morales:
Después
de salir de la reunión del
Consejo Provincial en Panamá,
ha estado con los Novicios
dirigiendo un Taller de
oración. Bueno que ya desde
el principio del Noviciado
se pongan los fundamentos
de nuestra vida orante...
No es cuestión de rezar
“mucho y bien” en el Noviciado,
es necesidad de rezar mucho
y bien “durante toda la
vida”. Aprovecho el P. Daniel
Monge, Maestro de Novicios,
para hacer una escapada
a Nicaragua mientras Rodolfo
se quedaba en Centro Claret.
Terminada
su tarea en San Pedro Sula,
Rodolfo volvía a Managua
para seguir la tarea formativa
con sus Filósofos del bienio.
P.
José Joaquín González:
Se
ha movido mucho. Desde el
Encuentro en Sonsonate con
CICLA, ha tenido reuniones
con los Encargados de la
Pastoral Juvenil Vocacional
de El Salvador, Guatemala,
Honduras, Nicaragua y Costa
Rica... Es ya el momento
de ir dando los últimos
toques a los Aspirantes
que han pedido la entrada
en el Filosofado Claretiano.
Se
llegó a Panamá para el Consejo
Provincial y salió por ahí
mismo a su trabajo de entrevistarse
con los Aspirantes. Después
de asistir al funeral de
Mons. Zuluaga, volvió a
Costa Rica camino de Honduras.
Mientras llegaba la hora
de empezar el Taller, sacó
tiempo para irse a La Ceiba
y hablar con algunos muchachos,
que están discerniendo su
vocación claretiana. Ahora
está perdido, dando los
últimos retoques a los que
desean ingresar a principios
de año en el Filosofado...
P.
Manuel Sánchez:
Comenzó
el mes en Honduras de donde
pasó a Nicaragua y de aquí
a Panamá para la reunión
del Consejo Provincial durante
los días 8-10 de Septiembre.
De Panamá volvió a Guatemala
para estar en la Ordenación
Diaconal de Héctor Lagos
en Livingston. Un mes movido,
si tenemos en cuenta que
era su mes de vacaciones
en Costa Rica... ¡Que cómo
se puede hacer todo eso?
No se lo he preguntado a
Manuel, pero sé que es capaz
de todo eso y de mucho más...
No hay como “organizar bien”
el tiempo y hacer las cosas
“a su punto”.
Con
Chepe (P. José Rodríguez)
salió a buscar las plumas
y papeles para todos los
Superiores, incluido alguno
que no está en la lista
oficial; también pudo conseguir
un proyector para hacer
más atrayentes las charlas
a los jóvenes Superiores.
ENCUENTRO
TALLER DE LOS SUPERIORES
LOCALES DE CENTROAMÉRICA
Se
tuvo en San Pedro Sula,
del 7 al 12 de Octubre,
pero no tenemos lugar en
este Número de Carta para
poner todo lo que allí reflexionamos.
Lo veremos el mes que viene.
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