Carta
Centroamericana
Julio
2002

Diácono
Walter
George Lawson Wilson
|

Diácono
Jorge Adalberto Aguilar
López
|
Las CEBs han cumplido 30 años
No se lo crean, lectores;
muchos años antes ya existían. Lo que pasa es que los Misioneros
de Escobal están celebrando los 30 años de haberlas iniciado
en la Costa Abajo y Lago Gatún.
Para celebrar tan feliz
acontecimiento se han reunido en “Nuevo Porvenir” todos los
agentes de pastoral de los Distritos de Chagres, Donoso y Escobal,
atendidos por los Claretianos. Los equipos misioneros iban llegando
al Centro, para iniciar labores en la tarde del jueves 13 de
Junio de 2002. Comenzaban con una grata sorpresa: el Santuario
Nacional del Corazón de María de Panamá les ponía una fuente
de agua fría. La residencia Claret les llevaba una refrigeradora
–con necesidad de arreglo exterior urgente- y un congelador
grande en perfectas condiciones... a punto para guardar toda
la carne, cazada en el mercado, y todos los peces, pescados
en el Lago.
No hace mucho que el P.
Mino Cerezo había colocado un mural en la sala de reuniones,
conmemorando este acontecimiento: Un Cristo resucitado, volando
sobre las aguas del Lago, acompaña a las diferentes comunidades...
Mejor lo miran ustedes mismos:

Con ese telón
como fondo se fueron presentando las diferentes Delegaciones
de las CEBs e invitados. Se tuvo la Eucaristía como punto de
arranque del Encuentro. Se dejó tiempo en abundancia para el
saludo y la “conversa” amena entre amigos.
El viernes
se hizo una “Visión sobre la realidad” y se presentaron algunos
“Desafíos” que esta realidad nos propone. Esto nos llevó toda
la mañana, que terminamos con un almuerzo. Los peces del Lago
pagaron el consumo.
Por la tarde,
el P. Mateo nos recordó la “Historia del caminar de las CEBs”
durante estos 30 años. Mucha historia que, aunque larga y difícil,
nos llenó de alegría, pues es “nuestra historia”. Tan nuestra,
que fueron necesarias dos horas para exponer algunos “Testimonios”
de los presentes.
No todo es
triunfo y echar campanas al aire... Tuvimos que reconocer nuestras
debilidades, nuestras perezas, nuestras oposiciones al empuje
de la Palabra en estos 30 años, y tuvimos nuestra “Celebración
penitencial”. Todos, empezando por los Religiosos y Religiosos
fuimos acudiendo a los Sacerdotes en busca del abrazo paterno
de Dios, que ha luchado, sin cansarse y con paciencia, a nuestro
lado. Descansamos tranquilos, no sólo por haber dejado en manos
del Sacerdote nuestras culpas, sino por sentir que la mano del
Señor estaba, como siempre, sobre nosotros.
La oración
de la mañana del Sábado tuvo un recuerdo amoroso a la primera
Evangelizadora, a la primera mujer que integró la primera CEB.
Luego el P. Vigil nos presentó el papel de “las CEBs hoy en
la Iglesia”. Dos horas en ameno diálogo y, luego de un descanso,
otra hora y media más para planificar “Sueños y proyecciones
de nuestras CEBS”. Fue una mañana plena, que seguimos por la
tarde recogiendo los “Compromisos de las CEBs en nuestra Área
Misionera”. Como testimonio de nuestro actuar sincero hicimos
una “Celebración Mariana”. Durante dos horas nos gozamos de
la labor mariana en nuestro quehacer evangelizador: rezamos,
cantamos; las manos, los pies y el corazón bailaban de contento
en cada uno de los participantes... ¡Cómo han cambiado nuestras
vidas!
La cena fue
de primera, “cinco estrellas”. Luego siguió un “Acto Cultural”.
Todo lo que antes bailaba dentro de nosotros se puso en escena...
Pero no terminó ahí la tarde. De nueve a diez de la noche hubo
“Reunión de Comisiones” y luego todos nos fuimos contentos a
nuestros camarotes...
El Domingo
es día de descanso. Nadie se quejó de que nos dieran media hora
menos de sueño, porque el horario requería esa media hora para
viajar a Colón y preparar la “Marcha por la Ciudad”. Esta “Marcha”
terminó con la “Eucaristía y clausura por Mons. Carlos M. Ariz”.
Con el almuerzo de las 12 terminaba este Encuentro celebrativo.
Cada cual
se llevó, bien grabadas en la mente y el corazón, estas consignas:
- Dios llama al
campesinado
* A construir
su reinado
- La Iglesia campesina
renace
* Con las Comunidades
Eclesiales de Base
- Una tierra,
una Iglesia, una Historia
* Seguros a la
victoria
- Cuidar y defender
la tierra
* Es nuestra principal
tarea
- Hay que transformar
la realidad
* Pa’ tener vida,
justicia y paz.
Walter
G. Lawson W., Diácono
Yaviza se había preparado
con entusiasmo para el día 29 de Junio de 2002. Era la primera
vez que en su Comunidad se celebraba la Ordenación de un Diácono.
Los diferentes Comités funcionaron bien y tenían todo preparado
para la fiesta.
-
El Coro de cantores/as habían ensayado a tambor batiente
durante semanas. Se notó por el “ritmo” que imprimieron a los
cantos “afros”.
-
Las costureras se afanaron para tener a punto la casulla
del Obispo, la Dalmática del Diácono y las estolas de todos
los Sacerdotes...
-
El “grupo” de bailarines no necesitó de mucha práctica,
pues el “aire y salero” le brotan de los pies, las caderas,
las manos y el cuerpo entero. Eso lo llevan en la sangre, nuestros
negros, desde el primer instante de su existencia.

-
Los encargados de las ofrendas, habían preparado:
-
Un machete, símbolo del trabajo del negro darienita. Aquí está,
Señor, nuestro trabajo de cada día, te lo ofrecemos...
-
Frutos del campo, frutos del trabajo, para que el Señor viera
que no se venía con las manos vacías...
-
Una vela, símbolo de la vida de Walter: que sea luz, Señor,
para este pueblo, que muchas veces se queda en tinieblas...
-
Una Biblia: que Walter sea Palabra, y nunca se quede mudo ante
tanta abundancia de injusticia en que vivimos por estas tierras
“abandonadas a su suerte”
-
Un cuadro del Corazón de María: que sea”Hijo” de tu Corazón,
como Claret, como tantos “Hijos” Misioneros que han dado su
vida en estas tierras darienitas...
-
Una jarra de agua: Señor, estamos rodeados, inundados de agua,
y nos morimos de sed... Tenemos tanta agua turbia, Señor...!!!
-
Pan y vino: Lo poco que tenemos, con tu milagro, se transformará
en riqueza de muchos... “Salvación de todos”.
Media
hora duró “el baile de ofertorio”. Monseñor alargaba las manos
para recibir la ofrenda, pero a destiempo: “faltaban todavía
algunos compases de ritmo...”; aprendió la lección con el primero
y no se dejó engañar con los restantes...
Recogía
las ofrendas, de manos del Obispo, el nuevo Diácono, ordenado
momentos antes. Para los que ya habíamos estado en anteriores
ordenaciones todo transcurrió en la más completa normalidad...,
pero para aquellos que asistían por primera vez era todo un
acontecimiento...
Cuando
llegó el momento de la postración, todos querían tocar y ver
qué pasaba: Escuchaban al monitor que decía: “Y ahora el que
va a ser Ordenado Diácono se echará delante del Obispo, como
signo de que quiere morir a su egoísmo para levantarse, “hombre
nuevo”, pronto a servir a los demás...” Estaban contentos de
tener un “servidor” como Walter, a quien el Obispo le había
dicho en la homilía: “en adelante no podrás tener una mujer...
todas serán tuyas...”
Este
reportero no recogió esa toma, pero los fotógrafos de oficio
se adelantaron a guardarla en sus archivos; no podían perderse
el instante, para ellos trascendental, de la postración y cambio
de vida...
La imposición de manos y la oración se hicieron con calma. Monseñor no
tenía prisa, la gente estaba feliz, Walter no podía contener
la emoción...
Según
noticias, recogidas antes de la Misa, George iba a estar en
camiseta... como signo de que ha sido recogido, por el Señor,
de entre la gente que se acercó al templo...
Pareció
más oportuno que se pusiera un alba... que en el momento oportuno
se quitaría delante de la Asamblea para vestirse la Dalmática
y Estola nuevas...
La
madrina no atinaba qué iba delante y qué detrás... Aunque lo
estaba diciendo la “monitora” no sabía si la Estola iba sobre
el hombro izquierdo o sobre el derecho... sólo pensaba en que
no se perdiera el imperdible que llevaba en la mano para sujetarla.
Le ayudaba el P. Sidera, Administrador Apostólico de Darién,
“sede vacante”, pero en cosas de telas..., mejor dejar a las
mujeres que se las entiendan.
En
lugar de la foto de la postración a este cronista le pareció
más oportuno presentar a Walter con los signos de su nueva “diaconía”.
“Recibe la Palabra de Dios; vívela y enséñala a vivir...”
En
la preparación del Ofertorio le ayudó otro Diácono de Colón:
com-pañero de estudios y de correrías apostólicas juveniles...,
que quiso estar presente en la fiesta de Walter. El Señor llamó
a cuatro de aquel grupo colonense: tres Claretianos y un Paulino.
El Obispo Ariz se sentía “orgulloso” de que pudiera salir de
Colón tanta maravilla...
-
Había otro grupo, que preparó el almuerzo a los visitantes:
quien pagó la fiesta fue un “sabroso cerdo”, preparado en Casa
de Joaquín... Eran casi las dos de la tarde... cuando pudimos
hacer contacto con los primeros chicharrones... y la “chicha”
de maíz, no fermentada. Dimos gracias al Señor y a las señoras
que lo prepararon...
-
Distinto grupo se encargaría de preparar y repartir la
“merienda cena” a los asistentes... No puedo darles detalles,
porque, como dice el dicho: “Nicolás, ya comiste... ya te vas...”
el Obispo y comitiva nos salimos de Yaviza, antes que llegasen
las lluvias y nos estropeasen el camino..., para poder regresar
a nuestros puestos de trabajo esa misma tarde.
La
carretera al Darién va cambiando poco a poco. Un buen trecho
está pavimentada; otra parte está en vías de pavimentación:
tierra firme, con aceite, a punto de recibir el asfalto, y otra
parte (la parte de Darién: Cañazas - Yaviza) de puro barro cuando
llueve o puro polvo si deja de llover; ambas cosas nos tocaron
a los que íbamos de Panamá: lluvia y barro a la ida, polvo a
la vuelta...
Cinco
horas y media hasta Panamá, con paradas en Metetí para recoger
algunas cosas, y cuatro retenes de policía, que quieren ver
quiénes viajan y qué lleva consigo. Algo nos valió dejar pasar
adelante al Obispo; con un simple: “acompañamos al Obispo” nos
abrían paso los policías.
Un
compás de espera, pero sólo para llegar al Sacerdocio, porque
en la entrega ya no hay tiempo para la demora. ¡Que el Señor
te conceda, Walter, la fuerza necesaria!
José Sentre, cmf.
Acérquese el que va a ser Ordenado Diácono:
Jorge A. Aguilar López
Era el día 13 de Julio de
2002. La iglesia de Coclecito estaba repleta. Mons. Ariz no
llegó puntual por culpa de la carretera, que no estaba del todo
bien... mejor sería decir: que estaba muy mal. (Pregunten a
los Misioneros de Escobal, que se quedaron sin carro y tuvieron
que hacer uso del transporte público. La mamá de Jorge y una
cuñada pudieron experimentar las fatigas del misionero por estos
montes coclesanos.) Había salido (el Obispo) de Colón a las
4 de la mañana, recogido al P. Sentre en Panamá y llegado a
las 7 a La Pintada. Aquí hizo una pausa para tomar café en la
casa de la “madrina” Yeya, (no la Presidenta de Panamá). Reanimado,
ya sin sueño, reemprendió el camino. Íbamos seis personas en
el carro. Salimos hacia Coclecito a eso de las 8. El carro se
portó a la altura, incluso en las cuestas arriba llenas de fango,
o las cuestas abajo llenas de piedras... Hasta se cantó aquella
copla de mi tierra: “Pa’ las cuestas arriba, quiero mi burro,
que las cuestas abajo, yo me las subo...” Se fueron casi
dos horas en recorrer los 30 Kms. que separan La Pintada de
Coclecito. Echando mano a la calculadora: 15 Kms. por hora.
La comunidad cristiana de
Coclecito estuvo arreglando la capilla del pueblo; la asociación
de productores consiguió un búfalo para dar de comer a todos
los peregrinos; las cocineras de emplearon en preparar la comida
desde las cuatro de la mañana; el coro de cantores estuvo todo
el día anterior afinando gargantas a las órdenes de Paschal
y Jeremías.
La Eucaristía comenzó a
las 10, 30 con un relato de la vida de Jorge:
-
Nació en la capital de Guatemala.
-
Tenía la carrera de contable y trabajaba en una gran
empresa USA-Guatemalteca.
-
El Señor lo llamó a la Congregación Claretiana el año
1992.
-
Estuvo en Pocrí de Aguadulce, haciendo Noviciado.
-
En Centro Claret de Guatemala, estudiando Filosofía.
-
Terminó la carrera teológica en El Salvador.
-
Su primer destino misionero ha sido a la región de Costa
Abajo, pero con más dedicación a la zona de Coclecito.
-
Quiso que aquí se hiciera su Ordenación Diaconal.
El Profeta Isaías nos decía,
pero de una manera especial a Jorge: “Te he enviado a consolar
a los afligidos... a cambiar su abatimiento en cánticos...”
La respuesta no se hizo
esperar: “Cantaré eternamente las misericordias del Señor”,
entonaba una salmista llena de unción, con voz clara y sonora...
En la segunda lectura, Pablo
recomendaba: “Ruego que se entreguen ustedes mismos como
sacrificio vivo y santo...”
San Juan nos traía unas
palabras del Señor: “Esto les mando: que se amen unos a otros”.
Con esta preparación fue fácil a Jorge responder: “PRESENTE”. El Obispo,
antes de elegirlo para el orden del Diaconado, preguntó a la
gente:
-
Puede Jorge, recibir el Diaconado?
-
Siiiiiií...., respondió el pueblo.
-
Aplaudirían si lo Ordeno...?
Nadie dijo nada, simplemente
aplaudieron todos largamente... El Obispo leyó la recomendación
que trae el ritual y luego hizo la homilía. Los textos bíblicos
fueron cantera sólida, que le dieron material en abundancia.
Luego del interrogatorio y Letanías de los Santos, el Obispo impuso las
manos, sin prisas, y pidió al Espíritu Santo que bajara sobre
Jorge...
La estola había sido bordada
por las “Clarisas” de La Pintada, que personalmente quisieron
llevarla a Coclecito...
Las ofrendas las recogía
el obispo y las preparaban en el altar los tres Diáconos, que
allí estaban. Cierto que el Presbiterio no se había hecho pensando
en estas solemnidades: un Obispo, cuatro Sacerdotes, tres Diáconos,
pues no daba espacio para tantos..., pero los fieles fueron
comprensivos y nos dejaron sitio en sus primeras filas... Ahí
estaba Dña. Catalina, mamá de Jorge, venida de Guatemala para
esta ocasión... Para ella fue el primer beso diaconal del hijo.
La Comunión se fue alargando,
a pesar de estar los tres diáconos repartiendo el Cuerpo del
Señor..., porque la fila de Jorge aumentaba cada vez más...
Luego habló Jorge, el P.
Celestino y el P. Sentre. El Obispo nos dio la bendición y Eduardo
nos recordó que un “búfalo” nos esperaba, bien condimentado,
en el salón del pueblo... Hubo comida para todo el pueblo: para
los de Coclecito, y para los llegados de lejos: Piña, Chagres,
Palmas Bellas, Salud, Río Indio, Gobea, Miguel de la Borda,
Coclé del Norte, Calle larga, Toabré, Cuatro calles...

Podríamos decir que fue
una celebración de todos los moradores de la Costa Abajo, reunidos
en la Mesa del Señor y en la mesa de los hermanos. No faltaron
los “Congos” de Piña, que allá quedaron, cantando y bailando,
cuando el Obispo y acompañantes tomaron el camino de vuelta.
Felicitaciones, Jorge!!!
Deja que el Señor haga en ti, lo que te prometió este día. Tú,
entrégate a llevar el Evangelio tal como te decía el Obispo:
“Recibe estas Santas Escrituras, vívelas y enséñalas a vivir...”
Antes de regresar visitamos el monumento que Coclecito ha levantado en
memoria de Torrijos, su benefactor; en una lomita, mirando fijamente
la extensión de tierra que un día fue “potrero de sus búfalos”,
quiso posar para nuestra cámara; junto a él, también sonriente,
el fotógrafo oficial de la ceremonia, llegado desde Colón.
A las 3 de la tarde emprendimos
el camino de vuelta; se hizo más corto; estaba más seco; no
en vano había calentado el sol durante todo el día, sin dejarse
vencer por nube alguna. Mons. Ariz llegaba a Colón, entrada
ya la noche. Fue un día muy completo en su agenda Misionera...
José
Sentre, cmf.

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